-CAPITULO 11-
-¡No es justo!-
-Si lo es-
-No, ¡no lo es!, ¿como ganas veintiséis juegos de piedra, papel y tijeras seguidos? -Gritó una pequeña rubia, viendo a un rubio más alto, el cual caminaba hacía un puesto de ramen.
-Hey, quedamos que quien ganaba elegía que comer- Le Dijo Naruto dándose la vuelta y viendo a la pequeña ojimiel que seguía en su rabieta.
-¡No respondiste mi pregunta!- Lloró Kunou, siguiendo al rubio al puesto de ramen, siendo que ella queria ir a una tienda de caramelos.
-¡Hey fue justo!, además, el ramen es magnífico te gustará- Rió el rubio tomando a la pequeña y subiendola a sus hombros, esta haciendo un puchero y recostando su cabeza sobre la del rubio.
-Eso espero...- Gruñó ligeramente la rubia, mientras entraban al puesto, y una vez dentro, un grupo de personas paso corriendo, al parecer buscando algo desespersdamente.
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-Esto...¡Es magnífico!- Exclamó Kunou, comiendo de su tazón con una sonrisa bastante tierna.
-Te dije que eran buenos- Rió el rubio, mientras tenía en sus manos un tazón vacío y al lado de el había una torre de tazones vacíos.
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-¿Donde te cabe tanto?- Preguntó la pequeña rubia, viendo con una pequeña gota de sudor como el rubio tomaba otro tazón de las manos del chef, mientras ella aún seguia con su primer tazón.
-No lo sé, sólo se que me encanta- Rió el rubio terminando su tazón como si fuera un vaso de agua.
Un momento después, se levantaron y Naruto pagó al chef, ambos saliendo del local, con Kunou tomada de la mano de Naruto, como si fueran padre e hija, mientras la pequeña rubia tarareaba una melodía el rubio mayor estaba con un rostro pensativo.
-"Tengo que llevar a Kunou a su hogar, y tengo que buscar a Yasaka, no puso las instrucciones de cómo llegar al maldito lugar"- Pensand, el rubio siguió caminando, sin darse cuenta que la pequeña Kunou lo estaba dirigiendo a un parque .
-¡Naruto-nii!- Gritó la pequeña rubia, sacando al rubio de sus pensamientos, el cual la miro, aún tomados de la mano .
-¿Que sucede?- El rubio de agachó ligeramente a la rubia, siendo mucha ls diferencia de altura.
-¿Puedo tener un helado?- Preguntó con un ligero tono de emoción la pequeña rubia, apuntando con su dedo a un pequeño puesto en el camino del parque, donde habían un par de personas.
-Seguro- Rió el rubio mientras la ojimiel lo jalaba al puesto con un brillo infantil en sus ojos.
Una vez ahí, esperaron unos minutos en la fila, para cuando fuera su turno la rubia menor pidió un helado de vainilla, mientras el mayor uno de fresa.
Caminaron por el parque, alejándose poco a poco de la multitud y llendo a una pequeña parte donde se sentaron y comieron sus helados.
-Kunou-
-¿Mhm?-
-Debo llevarte a tu casa, no es seguro para ti el estar fuera- Dijo el rubio, viendo como la niña se detenía un poco y dejaba de comer su helado, con su rostro ligeramente deprimido .
-No quiero...- Dijo la pequeña, con sus ojitos ligeramente lagrimosos, cosa que preocupó al rubio.
-¿Kunou...? - Se acercó el rubio a la pequeña, en respuesta está de abrazo al pecho del rubio, con este ultimo enrrollando sus brazos alrededor de su cuerpo pequeño.
-¡N-No quiero, Oka-san nunca está conmigo y siempre estoy sola, y cuando quiero pasar tiempo con ella me dice que me vaya!- Lloró la pequeña rubia en su pecho, con Naruto acariciando su espalda con suavidad, dejando a la pequeña desahogarse .
-Lo entiendo... Pero estarías más segura con ella que conmi-...
-Con que aquí estás...-
¡BOOOM!
El rubio calló unos metros más alejado de la zona que había explotado, humeante y sobre está se alzaba una figura alada, con 3 pares de alas en su espalda .
-Fallé...- Hizo un puchero la figura masculina, la cual era de complexión delgada, con las alas negras batiendo en el aire para mantenerlo flotando, su pelo y ojos negros, además de llevar ropa normal de civil.
-M-Mi helado...- Dijo la pequeña rubia aún sostenida al pecho de rubio mayor, a la distancia viendo el helado de la pequeña regado en el suelo cerca de la zona de la explosión.
-¡Nii!, ¡por favor no vayas!- Se aferró a su pecho la pequeña, con Naruto acariciando su pequeña cabeza y sonriendo la puso de pie en el suelo .
-Tranquila, ¡sólo iré a hablar con ese hombre un momento!- Dijo el rubio, limpiando la lágrima que se había escapado de la rubia menor, levantándose y comenzando a caminar hacia la figura.
-Oh, ¿entonces pealearas?, supongo que puedo divertirme un rato antes de llevarme a la niña...- Rió el ángel caído, tocando el suelo con sus pies y viendo al rubio acercarse .
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Yasaka era una mujer hermosa, tanto que fue codiciada por muchos líderes y hombres durante décadas .
Pero con su gran belleza, viene un gran poder, siendo ella un kyubi, un zorro de nueve colas con un poder inimaginable , siendo capaz de rivalizar con los maos del infierno, teniendo un gran poder sensitivo con todo y contra todo.
Y hace apenas unos momentos estaba muriendo de preocupación .
Su hija única, Kunou, llevaba meses tratando de ser capturada por parte de los Ángeles caídos, y desconocía el propósito para el que quisieran a su hija, pero nunca dejaría que la tomarán.
Hasta ahora, que había sido capturada por alguien mientras jugaba con los guardianes que ella misma le había puesto para su protección.
Había mandado equipos de exploración por toda la ciudad, siendo que había tomado la posibilidad de que estuvieran fuera de la ciudad, tendría que mandar a sus guerreros encubiertos para que las otras facciones no pensarán que estaban bajo espionaje y liberar una batalla innecesaria, bueno, esa era su opción.
Hasta que sintió una liberación de poder sagrado en un parque cercano, cuando estaba por mandar a investigar a un equipo y ella misma ir personalmente, una segunda entidad se mostró...
El poder que emanó, era agobiante , pesado, demoníaco y maligno, no era nada parecido a nada que hubiera sentido antes, fue horrible, se sentía como una simple gota de agua en un océano de petróleo, simplemente la energía era tan corrupta, que en el mismo momento cuando la sintió, vomitó, la presión, incluso a esa distancia era aplastadora
Y ahora, ese mismo ser estaba parado frente a ella, un muchacho rubio con marcas en sus mejillas, con su hija en sus hombros y en su mano jalando a un ángel caído el cual parecía más muerto que nada y manchaba su suelo con su sangre, con 4 de sus 6 alas faltantes, y su ropa hecha gijonés .
-¡Hola Oka-san!- La saludó su hija, comiendo un helado de vainilla con una sonrisa abrazada de la cabeza del rubio.
-Ho...La ...-
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